«El triángulo de la tristeza», cuyo título alude a las arrugas que surgen en el entrecejo —esas que muchos disimulan con bótox—, es una sátira afilada ambientada en los mundos del lujo, la moda y los millonarios.
Premiada con la Palma de Oro y nominada al Oscar a Mejor Película y Mejor Guion en 2023, esta obra consigue democratizar a un grupo de personajes que, enfrentados a una situación límite, se ven obligados a asumir roles totalmente ajenos a su realidad. La vida, como una ruleta caprichosa, gira y les impone nuevos papeles que deben interpretar si quieren sobrevivir.
La película nos recuerda que el dinero solo garantiza poder mientras las circunstancias lo sostienen. Como bien decía Ortega y Gasset, y aquí cobra pleno sentido: “Yo soy yo y mis circunstancias, y si ellas cambian, cambio yo también”.
Más que irónica, es francamente hilarante. Un ejemplo brillante de cine independiente que no solo critica el estatus del rico, sino que ridiculiza la ostentación desmedida y el exceso elevado al absurdo. Incluso quienes no pertenecen a esa élite, pero logran “infiltrarse”, acaban adoptando los mismos códigos de apariencia. Como bien dice el refranero español: “No hay que serlo, sino parecerlo”. Porque esta película no retrata solo una forma de estar, sino una forma de ser —o de imitar— para pertenecer.
Actualmente, está disponible en HBO Max.
